FUERZA BRUTA

El derroche y la efusión parecen (o son) propios de los estadios iniciales de cualquier proceso vital. La carrera de un escritor suele ser así: la búsqueda frenética de una voz propia (una imagen diferenciada) corre paralela al descubrimiento progresivo de los temas que, en la cocina del tiempo, sustentaran la permanencia de la obra que condensa a ambos esfuerzos. A medida que la materia, el lenguaje, se perfecciona a la vez como sustrato e instrumento pata ahondar en los impulsos más íntimos, estos se expanden y densifican en razón inversa de la creciente eficiencia de la lengua que los penetra. Expansión del significado y alcance cada vez mayor de la voz, de un lado; del otro, economía de medios y precisión. Y cuando la experiencia vital ha sido dura y extenuante, la pugna por el sentido de los trabajos de la poesía (que podemos homologar al propósito de vivir) se desplaza progresivamente desde los asuntos externos hacia intramuros, al terreno doliente, a la carne viva de la propia persona. Ese ha sido al menos el camino de la escritora Maha Vial: una trayectoria ascendente de afinamiento de sus recursos poéticos, marcados cada vez más por una sobriedad que, no obstante multiplica su fuerza expresiva. En Fuerza Bruta se agita una furia sofrenada que el Padre Violento habría reconocido como a una parienta no muy lejana, pero contenida por rienda corta: la pasión de vivir que empuja como un alud hacia adelante, tanto más fuerte y ensordecedora cuanto más dura es la mano que la ajusta al verso. Y detrás, una voluntad ciega pero firme que lo orienta desde lo oscuro (de profundis), hacia la más luminosa función de la poesía: el registro exhaustivo, conmovedor, del paso por la vida.

José Mariquina, Otoño de 2019