El Neruda que llevamos dentro

26 Abr, 2021

Por Victor González

«A menudo expresé que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre, la entrega de la mercadería: pan, verdad, vino, sueños”….

Pablo Neruda, discurso del Premio Nobel
Estocolmo Diciembre 10 de 1971.

 

Después del épico Nobel de Gabriela Mistral, hace 50 años las palabras de este discurso no sólo situaron nuevamente a Chile, entre los mejores productores de poesía a nivel mundial; sino que consagraron la figura de ese niño habitado de provincia entre los autores más conocidos, traducidos y prolíficos de la lengua castellana.

Pero ¿cómo dar con la lectura objetiva de su obra, sin entrecruzarla con sus declaraciones, y cuestionadas actuaciones? ¿Podemos separar a ese animal poético llamado Pablo Neruda y abstraerlo de su obra?.

Cada uno de nosotros carga con una parte de Neruda, ese polémico, cosmogónico, militante atrincherado, vividor y voz de nuestros tiempos de adolescencia enamorada.

Neftalí Reyes Basoalto, nació en la localidad de Parral un 12 de julio de 1904, hijo del empleado ferroviario José del Carmen Reyes Morales y Rosa Basoalto, quien muere de tuberculosis un mes después de nacido el poeta.

Fue en estas ausencias y soledades de la estación de Trenes de Temuco, donde el crepitar de la lluvia, el sonido de los trenes o la inmensidad del bosque fueron fortaleciendo el volcán que la tierra fraguaba en su garganta, fue en esas humedades donde se le agolparon las palabras que fundarán textualmente esta “frontera” invisibilizada para el poder o la capital.

Si pensamos en el estereotipo del poeta, es Neruda quien de inmediato se nos viene a la cabeza, tarareando con un timbre gangoso el poema 20 o algunas de sus “Odas Elementales”, o resuene  en el inconsciente colectivo las “alturas de Machu Picchu” del grupo chileno Los Jaivas y esa bella musicalización de un texto del “Canto General”.

Pese a que la noticia de la obtención del Nobel se conoció el 21 de octubre de 1971, Neruda recibió el premio oficialmente un 10 de diciembre del mismo año, de manos del Rey Gustavo Adolfo en Estocolmo, Suecia. Hace ya cincuenta años.

No cabe duda que la figura de Neruda está teñida por su vida, por su militancia política, por sus polémicas confesiones, por su paternidad ausente o por su incitación al Nixonicidio en plena “Guerra Fría”, o su cinematográfica huida por los pasos cordilleranos de la zona de Futrono, cuando entra en rigor la ley de defensa permanente de la democracia que proscribe al partido comunista, colectividad donde . «La salida misma de Chile se produjo el 24 de febrero de 1949, después de haber sufrido durante más de un año la cacería en mi contra», mencionó Neruda en una entrevista al diario El Siglo en 1963.

Ese Neruda, el mismo Neruda del “Tentativa del hombre infinito” ( 1926) de “España en el corazón” (1937) de “Residencia en la Tierra” (1937) de “cien sonetos de amor” (1959) de tres libros de “Odas elementales” (1954 a 1957), del “Libro de las preguntas” y el póstumo “Confieso que he vivido” (1974); el mismo Neruda de mas de 50 libros y un sinnúmero de antologías y estudios sobre su obra siendo traducido a más de 35 idiomas.

Ese Neruda que alza la palabra para homenajear a su amigo Federico García Lorca, asesinado por el régimen de Francisco Franco y que lo motiva a traer a nuestro país a 2.200 refugiados españoles en el barco Winnipeg en el año 1939.

Quizás, pocos podrán recitar de memoria uno de sus poemas, ausentes de los programas escolares, pero sin duda podrán afirmar con certeza que en alguna de tantas vueltas de la vida se encontraron con este coleccionista empedernido y escribidor incansable que se nos metió con su musicalidad en nuestras propias palabras.

¿Cómo leer a Neruda después de todas las resignificaciones que su lectura en los tiempos que corren exige? ¿Cómo despegarnos de todos los Nerudas que nos habitan y comenzar a reconciliarnos con sus luces y sombras? …quizás la única solución a esta paradoja sea leerlo, leerlo y leerlo, casi hasta el hartazgo y diferenciar a todas esas voces de Neruda o del niño Neftalí Reyes que nos habitan.

 

 

Comentarios