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VER CARRITOEl desconocido periplo de Gabriela Mistral, para obtener el Nobel de Literatura
«Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América para honrarla en uno de los
muchos trabajadores de su cultura»
(Gabriela Mistral palabras al recibir el Premio Nobel).
Hace 77 años, El 10 de diciembre de 1945, la Svenska Akademien otorgó el premio Nobel de literatura a Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, maestra rural, nacida en Vicuña un 7 de abril de 1889.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, extinto el régimen nazi y terminada la ocupación de Noruega, Europa encuentra las condiciones y el ambiente adecuado para reanudar la entrega de la distinción del nobel, por parte de la Academia Sueca.
Gabriela Mistral, era cónsul en Brasil y vivía en la ciudad de Petrópolis. El 15 de noviembre de 1945, escuchaba en su habitación de hotel, las noticias sobre la ocupación de Palestina, cuando el locutor realiza una breve pausa y hace el anuncio de la Academia. El mayor reconocimiento de las letras mundiales le había sido otorgado… “Caí de rodillas frente al crucifijo que siempre me acompaña y bañada en lágrimas oré: ¡Jesucristo, haz merecedora de tan alto lauro a esta tu humilde hija!” …, escribió la entonces diplomática chilena.
Casi un mes, le toma el viaje a Europa, tiempo donde la poeta reflexiona sobre su trabajo y la infancia humilde que edificó su carrera.
Desde temprana edad la joven Lucila sabe de esfuerzo y precariedades, y a sus 15 años de edad ya trabajaba ayudando a su maestra en la “Escuela de La Compañía Baja”, llegando en 1908 a ocupar el puesto de maestra en la localidad de “La Cantera”.
Pese a su profunda e innegable vocación pedagógica, su ingreso a la “Escuela Normal de Preceptoras” de La Serena fue vetada por el cuestionamiento de los círculos conservadores de la ciudad, que calificaban algunos de sus como poemas como «paganos» y «socialistas».
En 1910 se trasladó a la capital, donde se desempeñó en la “Escuela de Barranca”, mientras estudiaba para rendir los exámenes especiales en la Escuela Normal de Preceptores. Conseguida su licencia empezó su travesía docente por distintos centros educacionales; en las ciudades de Antofagasta, Traiguén, Punta Arenas y Temuco, experiencia que le permitirá conocer de cerca la pobreza de la infancia de nuestro país y la falta de oportunidades, educación y violencia que experimentaba la mujer chilena.
Sus numerosos ensayos, columnas de opinión y su prosa poética, de profunda raíz feminista y latinoamericana, dan cuenta de su fuerza y congruencia para ser la “voz de la diferencia”. Discurso invisibilizado por el canon oficial de la literatura chilena. Pese a que a comienzos de los años 30 existían algunas mociones de nuestro país para presentar a Gabriela Mistral al Nobel, las instancias concretas y realmente comprometidas para promover su distinción surgieron desde Ecuador. Invitada oficialmente por el gobierno ecuatoriano, la poeta llegó el 19 de agosto de 1938 a Guayaquil a bordo del buque “Copiapó”. En este país la escritora Adelaida Velasco Galdós, conocedora y profunda admiradora de la obra mistraliana, comenzó las gestiones para llevarla al Nobel.


Velasco comenzó convocando adhesiones dentro del mundo intelectual latinoamericano. En octubre de 1938, el “Grupo América de Quito” fue el primero en dar su apoyo y aprobación al proyecto. En poco tiempo, connotados personajes se sumaron a su pedido desde Argentina, Brasil, México y Centroamérica. Adelaida Velasco estaba convencida de que el Nobel no se ganaría sin lobby, lo que la lleva a involucrar al presidente chileno Pedro Aguirre Cerda, solicitándole su intervención y el patrocinio de la iniciativa. El mandatario no dudó en apoyar la propuesta.
En Chile la primera postulación formal para el premio a favor de Mistral fue gestionada por Luis Galdames, decano de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, y el filósofo Yolando Pino Saavedra, el 14 de agosto de 1939, según figura en los registros de la Academia Sueca.
Al recibir el premio, Gabriela Mistral prolongó su estadía en Suecia por un mes, realizando recitales y conferencias.
En 1949 dio inicio a una gira por Estados Unidos donde fue homenajeada a raíz de su Nobel de Literatura. En 1950, en la Biblioteca del Congreso (Washington) realizó un recital poético, cuyo registro sonoro aún permanece.
En 1951 Chile le otorga el Premio Nacional de Literatura.
Víctor González Frías.
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